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Heredera divorciada Novela de Juliany Linares

Chapter 100
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Dolorosa estrategia.
Bajo la atenta y curiosa mirada de Paul, quien se notaba sorprendido por mi presencia o tal vez por las palabras de su hermana,
caminé pisando fuerte con mis tacones, con una gelida sonrisa llena de indiferencia, mientras miraba despectivamente de pie a
cabeza a la Abby que comenzaba a sonrojarse “enfurecida”.
No tengo porque esconderme, ¿acaso me estas siguiendo? Creo que fui lo suficientemente clara en decirte que no queria
volver a verte en mi vida, ladrona. -escupi fingiendo frialdad y desprecio, pero sin abandonar la serenidad que me caracterizaba,
estaba insultando de manera sutil a mi amiga, sin necesidad de sobreactuar, pues necesitaba que se viera lo más creible
posible.
-¿Ladrona?-Abby soltó una risa sin gracia y miró a su hermano incrédula, pero lo hizo principalmente para ver su reacción que
seguia siendo la misma, nos miraba con sorpresa y sin entender que era eso lo que pasó entre nosotras como para que nos
tratásemos de
esa manera.
Pronto me di cuenta de que los curiosos estaban alrededor de nosotras, mirando la escena mientras disimulaban estar
trabajando,
aunque las modelos de prueba y la diseñadora de LC estaban siendo muy indiscretas al chismosear en toda la entrada del
taller.
¿Vas a seguir negando que fuiste tú, quien se robó las joyas de la caja fuerte?-la acusé directamente y la mirada escudriñante
de Paul se detuvo en el rostro de Abby esperando una respuesta, ella volvió a mirarme con la boca abierta, mostrándose
indignada.
-¿Tienes pruebas de ello? No soy la única que vive en tu casa. -Abby se defendió echándole la culpa a las demás personas que
se
quedaban en la Villa y me crucé de brazos con una sonrisa sin gracia.
No, pero si la única que se sabe la combinación, pero, ¡claro! ¿Qué se puede esperar de una Dubois? Confié en ti, te abri las
puertas

de mi casa aun sabiendo que tu familia se robó mi empresa y terminas siendo una ladrona igual que ellos. -los murmullos
comenzaron
a escucharse detrás de mi y Abby se mostró más enfadada que desde un principio, la expresión de enojo de Paul me
confirmaba que se
estaba creyendo todo y le hice la seña a Abby, para que supiera que deberiamos dar el siguiente paso.
-Ten cuidado con lo que dices, tarántula ponzoñosa, aqui nadie se ha robado nada, los Dubois somos personas honestas y
honorables, si Paul tiene la empresa en su poder es porque lo ha conseguido con su esfuerzo. Fui tan tonta al desconfiar de él y
dejar a mi
familia por una falsa amistad. Qué se puede esperar de una mujer que vuelve con un hombre que la engañó con su supuesta
amiga. -las
palabras de Abby se subieron de tono, logrando que en el rostro de Paul se dibujara una sonrisa casi inexistente. Alexander se
acercó a
mi lado y abrió su boca para hablar o tal vez defenderse de los insultos de mi amiga, pero levanté mi mano en el aire, haciendo
que se
tragara lo que iba a decir o terminaria arruinando el teatro que armamos.
Alexander no tiene nada que ver en esto, es mi problema y no tienes derecho a meterte en mi vida. ¿Sabes? No me extrañaría
que seas la complice de Paul en todo este engaño. ¡Bravo! -le aplaudi en la cara y ella dio un paso desafiante hacia mi. -
Lograron robarme lat empresa y las joyas de mi familia, ¿qué sigue? ¿Van a robarme la Villa? Eres una ladrona mugrosa.
-Ay, por favor, vas a seguir defendiendo al santo de tu exmarido. Es un infeliz, un infiel que lo único que hizo fue engañarte
quien sabe con cuanta mujer se le cruzó por al frente. Y si vas a seguir acusándome sin pruebas, le pediré a seguridad que te
eche de mi empresa, no tienes nada qué hacer aqui. Te crees mucho porque volverás a ser la Sra. Lancaster, qué pena me da
lo bajo que has caido. – me abalancé sobre ella para tirar de su cabello sin lastimarla, pero unos brazos me impidieron lograr mi
objetivo.
Le lancé una filosa mirada a Alexander, pero no logró verme pues estaba mirando horrorizado a Abby por lo que acababa de
decir.

¿Es que acaso no entendió lo que le dije?
-Abby, ¿qué estás diciendo?-preguntó un confundido Alexander, que todavía no se daba cuenta que esto era pura actuación, a
pesar de que hace unos minutos le dije que me siguiera el juego.
Debia alejarlo y mantenerlo con la boca cerrada, y lo primero que se me ocurrió para lograrlo, fue pisar su pie para que por fin
me mirara a la cara, antes de que se quejara del dolor, entendió lo que le queria decir con la mirada y me soltó.

No, Abby, no, estás equivocada, no es porque sea la Sra. Lancaster, es porque soy Sarah Doinel y esto es para que me
respetes. no esperé un segundo más y estampé la palma de mi mano contra su mejilla tomándola por sorpresa, dejando todo el
pasillo en completo silencio, tardé en caer en cuenta que el plan era tirar de nuestro cabello sin fuerza para no lastimarnos en
serio y lo habia jodido todo al golpearla de verdad.
Me estaba tomando muy en serio mi papel.
Abby, quien se quedó paralizada tocando su mejilla lastimada, me miró con los ojos abiertos de par en par y me senti miserable
por
haberla golpeado cuando no hablamos quedado en eso, esto se me salió de las manos.
No lo puedo creer. -dijo atónita y sabia que se referia a que la habia lastimado. -Has cruzado el limite, pero gracias, hace años
queria hacer esto. -vi las intenciones en su mirada y me preparé mentalmente para recibir la bofetada de regreso, era lo minimo
que merecia por dar pie a que la situación se saliera de control.
Me miro de arriba abajo fingiendo autosuficiencia y le dio una mirada divertida a Paul, antes de volver su vista hacia mi con una
ceja enarcada, reflejando la maldad que necesitaba para terminar de convencer a su hermano de que iba en serio y para
demostrarme lo
vengativa que puede llegar a ser.
Iba a doler, ya lo veia venir.
Ya no estaba lan de acuerdo con esta dolorosa estrategia.
Mi rostro se giró con fuerza, cuando su mano impactó mi mejilla, dejándome tan adolorida que mis ojos se cristalizaron.
Dios mio, me la devolvió con el doble de fuerza, por poco me deja sin rostro.

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-¡Ya basta! -Alexander habló con evidente angustia y lo alejé con una mano cuando estuvo a punto de acercarse a mi, esto aun
no
acaba.
¡Tú callate! -Abby le gritó a Alexander y le hizo una disimulada seña para que dejara de meterse, entonces, se arregló el cabello
mientras volvia a meterse en el papel. -Eso es para que entiendas que no te quiero en mi empresa. Lárgate de aqui, intrusa. -
alejé la mano de mi mejilla y pude ver la marca de mis dedos en el rostro de Abby, si asi le habia quedado a ella, no queria ni
imaginar como lucia
la mia.
-No te atrevas a darme ordenes, estúpida, a mi nadie me corre, la que sobra aqui eres tú, la única intrusa eres tú. -volvi a
levantar mi mano con la intención de golpear su otra mejilla, pero tomó mi mano en el aire y me miró con suplicante.
– No, por favor, me arde la mejilla. -susurró tan bajo que apenas pude escucharla, pero rápidamente le entendi, mirë
disimuladamente a Paul, que no parecia dispuesto a entrometerse en nuestra pelea, pero se notaba que lo estaba disfrutando.

Desgraciado, Conmigo no te equivoques, esta empresa es más mia que tuya.
-Tira de mi cabello cuando te haga la señal.-le susurré sin dejar que nadie se diera cuenta y me solté de su agarre para reirme
sin gracia. -Vete al diablo. -dije mirándola con desprecio de arriba abajo.
-Vete tú. -respondió antes de pasarle su cartera a Paul, preparándose para cuando le hiciera la señal.
-Entonces nos vamos las dos. -le dije mientras me frotaba el dedo en la frente, dándole la señal que estaba esperando.
-Yo te mandaré primero, desgraciada. -Abby se bajó de sus tacones y se abalanzó hacia mi tomándome por la cabeza, dando la
impresión de que estaba tirando de mi cabello, de inmediato, enredé mis dedos en su cabello y movi su cabeza de un lado a
otro sin llegar a lastimarla más de lo que lo habia hecho, de un momento a otro, nos encontrábamos en el suelo sin dejar de
forcejearnos. -Está funcionando, insúltame.
-¡Ladrona infeliz!-grité cuando ella se sentó encima de mi y giré mi rostro en el momento que fingiò darme una bofetada.

-Hazlo mejor, dame una paliza, rompe mi vestido. -su susurro solo lo pude escuchar yo, pues ya estábamos rodeadas de los
chismosos que presenciaban la escena sin ser capaces de detenernos y que ni se atrevan. -¡Divorciada cornuda! -nos giramos
en el suelo, quedando ella debajo de mi y arranqué la manga de su vestido de diseñador.
Hipócrita desgraciada, no debi confiar en ti, eres la peor escoria que pueda existir. -le di un par de falsas bofetadas antes de
seguir tirando de su cabello de un lado a otro, mientras ella se quejaba de dolor y se retorcia debajo de mi cuerpo.
-¡Bueno, ya! ¿Piensa quedarse parado sin hacer nada? Ayúdeme a separarlas. -unos brazos me rodearon por la cintura y me
alejaron del cuerpo de Abby, quien comenzó a derramar lágrimas sin parar, mientras su cuerpo temblaba como si estuviera
muriendose de miedo.
-¿Por qué iba a meterme? Mi hermana se sabe defender. -escuché la voz de Paul y supe que Alexander le habia reclamado a
Paul por no hacer nada al respecto.
-¡Mira como dejaste mi vestido! Agarrenme que la dejaré sin cabello. -Abby se levantó con mucha facilidad con el cabello echo
un desastre y el vestido rasgado, y cuando estuvo por volver a atacarme, Alexander me alejo, dejando su cuerpo entre las dos y
recibió la bofetada que iba dirigida hacia mi.
-¡Ya! ¡Se acabó! Sarah, vámonos. -Alexander tomó mi cartera y uno de mis tacones que estaban tirados en el suelo y entrelazó
su mano con la mia dispuesto a marciarse conmigo, pero le apreté la mano para que se detuviera, no podia irme si Abby no

decia las
palabras mágicas que la ayudaria a conseguir información.
¡Muy bien! Larguense de mi empresa. Pero eso sí, Sarah Doinel, esto no se va a quedar asi. ¡Te voy a demandar por
levantarme falsos y por agresión fisica! ¡Hablaré con mi abogado para que vayas a la cárcel! ¡Delincuente! ¡Animal salvaje!
¡Cornuda! ¡Tarantula ponzoriosa! -los gritos de Abby podrian escucharse con facilidad por todo el edificio, esas eran las
palabras que estaba esperando, las cuales sorprendieron a Paul, quien se acercó a Abby con una sonrisa de medio lado en su
rostro, como si hubiese lo más sensato que
haya escuchado de su hermana,

Demandame todo lo que quieras, veremos quien sale perdiendo. -respondi con la voz agitada y como si me importara muy poco
que ella fuera a demandarme.

Pues es lo que haré en este momento. Paul, Ilamemos al abogado Richman, alguien tiene que darle un merecido a esta mujer.
¡Y
ustedes que hacen mirando! ¡Vuelvan a su trabajo! -Abby estaba descontrolada y le terminó gritando a los curiosos que seguian
disfrutando del espectáculo, logrando que todos volvieran a sus sitios mientras cuchicheaban en voz baja. Tomó los tacones del
suelo.
antes de que Paul la rodeara por el cuello.
– Seria un honor para mi, hermana, vamos a encargarnos de esto. Sarah, te has metido en serio problemas, qué salvaje. -Paul
habló con socarronería y se fue junto a Abby en dirección a la oficina de presidencia, dejándome en medio del pasillo, con
ganas de que
haya sido él quien recibiera mis golpes.
No sé qué está pasando, pero me debes una explicación. Mira como te dejó esa loca. Te llevaré a casa. -Alexander habló
evidentemente molesto, mientras me ayudaba a ponerme el tacón que me hacía falta y solté un suspiro, rogando por dentro
para que
Abby lograra conseguir información. Necesitábamos saber si Paul desapareció al abogado como lo ha hecho con tantas
personas.
ahora.
Ya lo entenderás. -respondi siguiendo sus pasos, sintiendo un dolor en la espalda del que no fui consciente sino hasta
Las puertas metálicas del elevador se abrieron y apareció en mi campo de visión una mujer castaña de ojos avellanas que
sonrió
ligeramente al ver a Alexander.
Sr. Lancaster. la mujer saludó alegre a Alexander y enarqué una ceja con irritación mientras la miraba de arriba a abajo en el
momento que se acercó a él para abrazarlo, pero para mi sorpresa, él la detuvo a medio camino.

– Otra vez tarde, Mónica, le recuerdo que tiene un horario que cumplir y si le resulta tan dificil, no se moleste en pisar
nuevamente
el taller de LC, es un ultimátum. -la sonrisa de la mujer se esfumó cuando escuchó las duras palabras de Alexander y una
sensación de
satisfacción se alojo en mi pecho.
¡Pero, en qué monstruo me estoy convirtiendo!
Puede estar tranquilo, jefe, no te voy a fallar, estaré aqui puntual y disponible para cualquier cosa que necesite. -la volvi a mirar
con una ceja enarcada al notar el tono coqueto y lleno de doble sentido con el que se lo dijo, como si yo no estuviera presente,
pero al parecer fui la única en darme cuenta, pues Alexander sintió ligeramente con la cabeza.
– Para la próxima sin abrazos, no le he dado la confianza para hacerlo, ubiquese y vaya a trabajar. -dijo Alexander con voz
gélida,
antes de entrar al elevador conmigo, dejando a la modelo atónita en su lugar, con la cara roja de vergüenza, no podia negar que
disfruté
mucho verla de aquel modo.
Sr. Alexander, estaré puntual y disponible para cualquier cosa que necesite.-imité la voz de la tal Mónica cuando las puertas del
elevador se cerraron y Alexander me miró divertido.
-¿Qué...7 Cariño, ¿estás celosa? -preguntó esbozando una sonrisa de incredulidad y negué rápidamente con mi cabeza.
No estoy celosa, no te confundas, solo estoy sorprendida por su descaro. -me encogi de hombros restándole importancia y sus
manos peinaron mi cabello con delicadeza antes de dejar un beso en mi frente.
Y la he puesto en su lugar, yo solo tengo ojos para una mujer y es la madre de mi hijo. -dijo acariciando mis mejillas y alcé los
ojos. hacia los suyos para perderme en su mirada que se posó en mis labios antes de dejar un fugaz beso en ellos. -Mira cómo
te quedó la mejilla, ¿te duele? -preguntó rozando sus dedos en la piel que me quedó ardiendo, pero negué con mi cabeza,
después de todo, solo fue
una boletada..

Ya no respondi sin dejar de mirar sus ojos que parecian preocupados por mi herida.
Por lo visto, el motivo principal del gran espectáculo que dieron, es el Sr. Richman, ¿no es asi? Abby lo mencionó. -suspiré
pesadamente cuando me recordó mi mala suerte y asenti en respuesta.
– Ha desaparecido.